La masturbación más allá de los mitos
Fruto del control social que durante siglos ejercieron iglesia y moral sobre la conducta pública y privada de los hombres, la masturbación aún hoy es una práctica asociada a lo prohibido y cargada de supersticiones, recelos y prejuicios, equivalente a un pecado o delito sancionado por el grupo con la marginación y particularmente con la pérdida de las gracias ofrecidas por Dios.
Rechazada bajo el argumento de que quien la practicara estaba condenado al constante cansancio, melancolía, ceguera, parálisis y locura, la masturbación fue considerada una costumbre aberrante que irremediablemente conducía al suicidio u homicidio, misma que debería ser eliminada mediante una observación cercana de los hijos, particularmente ante la aparición de algunos síntomas delatores como son malos olores, ojeras pronunciadas y delgadez extrema.
Equivalente todavía en la mente de algunos grupos a fenómenos como la pornografía, pedofilia, incesto, zoofilia, sexo extramatrimonial, homosexualidad y bisexualidad, la masturbación a pesar de ser un tema difícil de abordar, es considerada en esta época por cada vez más personas como una práctica natural que realizan hombres y mujeres de todo el mundo, la cual permite entre otras cosas mitigar la soledad, aliviar la tensión sexual, mejorar la auto-confianza en el propio desempeño sexual y aliviar el estrés.
La madurez social alcanzada por el mundo moderno y el avance de la medicina se han encargado de demostrar la falsedad de los mitos. La masturbación no es una práctica exclusiva de los hombres, como tampoco disminuye la potencia sexual, no es exclusiva de los adolescentes, no produce esterilidad, ni hace crecer pelos en las manos, no agota la producción de semen, como tampoco es causa de acné, aislamiento social, depresión, adelgazamiento o ceguera.
De acuerdo a la evidencia empírica, la masturbación significa otorgarse placer a uno mismo, es decir estimular los órganos genitales por medio manual o mediante la frotación vigorosa con algún objeto, para obtener un placer sexual, en la que se puede o no alcanzar un orgasmo.
Estadísticas internacionales realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), indican que el noventa por ciento de la población sana en el mundo se masturba desde edades tempranas. Aunque las mismas estadísticas indican una prevalencía superior de actos masculinos, investigadores sobre la sexualidad han demostrado que hombres y mujeres se masturban igual, dada la tendencia a exagerar de los hombres en temas sexuales, como por la inhibición de la mujer a reconocer el hecho.
Estudios de específicos de laboratorio revelan que la potencia sexual no se relaciona directamente con la masturbación, sino que depende de las características físicas y del estado de salud de la persona en cuestión, como tampoco existe relación entre masturbación y esterilidad, masturbación y adelgazamiento, masturbación y producción de semen, masturbación y depresión, masturbación y ceguera, así como entre masturbación y aislamiento.
Masturbarse es una forma inocua de estimularse por si mismo, de autocomplacerse, con la que la persona puede descubrirse a si misma y conocer las formas con las que obtiene mayor grado de placer y elegir lo que más le interesa.
Brindarse a uno mismo placer sexual es una experiencia benéfica desde el punto de vista físico como emocional porque permite el descubrimiento de las zonas erógenas y sus sensaciones, le hace conciente de sus propias necesidades sexuales, incrementa la autoestima, combate el estrés, la anorgasmia y la eyaculación precoz, a la vez que permite mantener la vida sexual, aun sin pareja.
Fuente saludmagazine
- Por: redaccion077 -
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