ADOLFO Y ELVIRA. 2ª DE DOS PARTES: Luis Villegas Montes
ADOLFO Y ELVIRA. 2ª DE DOS PARTES.

“[…] el amor no tiene pies cuando le dan alas para volar”.
Adolfo Villegas.
“Hay mujeres
que son estaciones de (d)año,
tormentas torrenciales en agosto y estufa
en un diciembre lleno de abandonos […]
que son estaciones de (d)año,
tormentas torrenciales en agosto y estufa
en un diciembre lleno de abandonos […]
Hay mujeres
que suenan a herida al tocarlas
y te hacen desear la muerte antes que ellas […]
que suenan a herida al tocarlas
y te hacen desear la muerte antes que ellas […]
Hay mujeres
que no se esconden, que quieren sin escarcha en los ojos,
que saben a sed,
y esas,
esas te hacen desear quererlas toda la vida […]
que no se esconden, que quieren sin escarcha en los ojos,
que saben a sed,
y esas,
esas te hacen desear quererlas toda la vida […]
Hay mujeres
que quieres y no puedes,
que son tanto que no son suficiente,
que dándote lo que necesitas olvidan lo que quieres.
Mujeres contra las que no hay razones
que encajen
y conviertes en huida
para darles un sentido” (Una cien veces).
que quieres y no puedes,
que son tanto que no son suficiente,
que dándote lo que necesitas olvidan lo que quieres.
Mujeres contra las que no hay razones
que encajen
y conviertes en huida
para darles un sentido” (Una cien veces).
“Te he vuelto a ver desnuda y se me han corrido los ojos de pena.
Debí borrar aquellas fotos el día que te olvidé; pero, ¿quién sabe cómo deshacerse de una estrella fugaz cuando ya te ha mirado a los ojos?
Uno es preso de todo lo que ha amado, porque el amor es una condena de cadena perpetua en una cárcel sin rejas.
Estabas preciosa vestida de nada. […]
Nada me asusta más que pensar que quizá sólo existieras en mi cabeza. […]
No he superado este dolor porque aún no he desaprendido el placer de mis heridas. […]
Me siento mejor así, de veras, no te entristezcas y te vuelvas una nube gris por ello.
Tengo que aprender a llorar mejor, olvidar la vida que no pasa, volver a casa y dejar que me noten ausente, deshacerme de las armas que coloqué hace un tiempo en un lado de la cama y besar en la boca a la calma. […]
Pero mírame: He aprendido a bailar -quién lo diría, amor, con esta vida que llevo tan llena de tropiezos-. […]
Pero no tengas miedo a que nadie te recuerde: la poesía jamás te olvidará” (La poesía jamás te olvidará).
En cuanto al poema de Adolfo, ese primer poema revelador y mágico, con su anuencia, se los dejo aquí:
Dime Loco.
“Dime loco
Si creo que crees
Que yo creé
Todo lo que tienes bajo tus pies.
Dime loco
Si te sigo diciendo
Que sigas el camino
que seguíamos juntos.
Dime loco
si formo ese camino
con los pies descalzos.
Ese camino que nunca se acaba.
Dime loco
si no se acaba porque no hay mejor forma de seguir tu destino
que cuando estás perdido.
Dime loco
si el destino está a un paso de distancia
si estás más cerca de la nada
porque estás más cerca del todo.
Dime loco
si te digo que cierres los ojos
y andes
hasta sentir el sudor en tu espalda.
Loco, tan loco
hasta sentir el sol brillar en tu mirada
hasta sentir la arena acolchar tus pies
hasta sentir las olas lamer tu piel.
Dime loco
si te llevo
para ver un azul
en el marrón de tus ojos.
Puedes decirme loco tantas veces quieras,
pero no si te digo que,
no tardaría una eternidad en contar hasta el infinito,
porque, si abres los ojos,
te darás cuenta que el mar
es el principio y el final
de la incontable distancia,
de los incontables problemas,
del incontable amor que siento
por los incontables días
que pasé por ti”.
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